Elementos de minería, industria, ferrocarriles y antiguas azucareras de Almería, Granada y Jaén
TRANVÍAS DE LINARES
Al final del Paseo de Linarejos, el orgullo de la arquitectura urbana de la burguesía minera del siglo XIX, los transeúntes puede observar la esbelta figura de un remozado tranvía verde sirviendo de ornamento de una de las rotondas que más tráfico canalizan.
Para el no avezado, podría tratarse de uno de aquellos vehículos que durante décadas surcaron las calles y parajes linarenses, salvado milagrosamente del desgüace. Por desgracia, no es así. Ni uno solo de los tranvías consiguió evitar el soplete tras su desaparición en 1996. Por no respetar, ni siquiera se ha tenido en cuenta el clásico color amarillo de toda la flota.
Algo más adelante, junto al precioso santuario de Nuestra Señora de Linarejos y al comienzo de la “vía verde” del ferrocarril minero, podemos ver las ruinas de las antiguas cocheras de los tranvías de Linares, con su característico torreón más propio de un templo que de una instalación civil. Precisamente en las inmediaciones del Santuario se ubicaba el paso a nivel del tranvía con el Ferrocarril de vía ancha a Vadollano (M.Z.A.).
Hay que decir que esta ciudad jiennense disfrutó en el pasado de una extensa e interesante red de tranvías y ferrocarriles de vía métrica, equiparable a la de otras ciudades de mucho mayor tamaño, tales como Málaga o Granada. Al igual que sucediera en aquellas, una idea de progreso mal entendido vino a enterrar en los años 60 un glorioso pasado de servicio público al servicio de todos los linarenses.
Siguiendo el fenomenal artículo de D. Andrés Padilla Cerón publicado en el Diario Jaén el 18 de diciembre de 1988 (reproducido en la página web de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Jaén – http://ajaf.iespana.es/ajaf/ ), descubrimos que la historia del tranvía de Linares arranca al final del siglo XIX, de la mano del conocido industrial Antonio Conejero Sánchez., para el transporte de personas y mercancías desde Linares hasta las minas. Su trazado se dividió en dos secciones: de Linares a la mina de San Roque, por la Corredera y Paseo, y una segunda de Linares a "La Tortilla" por la calle Canalejas y camino de Baños, entrando en servicio en 1904.
Más adelante, la red se completó con cuatro ramales, tres a las estaciones de ferrocarril enclavadas en el casco urbano (Andaluces, Sur y M.Z.A.) y otro a la fundición de San José.
En 1914 es inaugurada la línea que llegaba a la estación de Linares-Baeza, enlazando con el tranvía de la Loma (Úbeda, Baeza), continuando su explotación ininterrumpidamente con numerosos avatares y crisis financieras.
Y así hasta que, finalmente, en los años sesenta, con la gran crisis de la minería, cierran casi todas las explotaciones mineras y estaciones de ferrocarril, y con ello las últimas esperanzas de salvar al tranvía. No hay que olvidar el carácter eminentemente minero del mismo, utilizado primordialmente para el transporte de mineral y personal de las distintas fundiciones. Los servicios urbanos pasaron a ser prestados por autobuses, cerrando una bella página en la historia de la ciudad.
Sin embargo, por ironías del destino, lo que hace pocas décadas se percibía como anacrónico, más propio del siglo XIX que del XX, la idea del tranvía, renace con fuerza en pleno siglo XXI, de la mano del concepto de Metro Ligero de Superficie, alternativa a la irresoluble congestión del tráfico automovilístico en las grandes y medianas ciudades, tal y como destaca la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Almería en su documento de trabajo "Horizonte XXI: Propuestas de actuación y adecuación del ferrocarril en Almería".
Una alternativa ecológica, económica y social, modular y de gran capacidad de transporte, que se integra perfectamente en la ciudad, mejorando el paisaje urbano y facilitando la rehabilitación de espacios degradados.